En su origen se trataba de una comida tradicional de verano, tomada habitualmente como merienda por los campesinos que así aguantaban hasta la hora de la cena. Como que en las casas de campo se elaboraba pan una vez a la semana o cada diez días, este pan terminaba secándose. Parece pues lógico que el pà amb tomaquet se inventara para humedecer el pan y hacerlo más tierno.
Es un plato simple, pero su sencillez es deliciosa. Quizá por ello hay tanta gente que quiere apropiárselo, veamos sus razones.
Queda claro que nadie en su sano juicio afirmaría que el gazpacho no es de origen andaluz, o que la pizza no es italiana o que el cous-cous es originario de Australia. Evidentemente un gazpacho lo puede hacer cualquiera y a cualquiera puede habérsele ocurrido mezclar los ingredientes necesarios para llegar al mismo resultado. A cualquiera puede habérsele ocurrido, pero no lo hizo, por tanto tenemos que proclamar: El gazpacho es de origen andaluz, y quien diga lo contrario miente.
Una vez dejado claro lo anterior, cabe preguntarse por qué hay tanta gente que afirma que la pa amb tomàquet no es de origen catalán. Se afirma, con vehemencia y sin aportar pruebas, que es de origen andaluz, valenciano o murciano…
Hay que reconocer que frotar un trozo de tomate en una rebanada de pan es la cosa más simple del mundo y podría habérsele ocurrido a cualquiera… pero no fue así. Una vez inventado cualquiera podría haberlo convertido en una costumbre, en un “plato nacional”, pero tampoco fue así. El gazpacho es andaluz y el pa amb tomàquet tiene su origen en los payeses de Catalunya.
¡El pan con tomate es una delicia! ¿Pero quién necesita tanto debate sobre algo tan simple?
¡Vaya, vaya! Parece que alguien no aprecia la emoción de un buen debate sobre algo tan simple como el pan con tomate. A algunos nos gusta discutir y compartir nuestras opiniones, aunque sea sobre lo más sencillo. ¡Pero cada quien con sus gustos!
¡El pan con tomate es una delicia! No puedo entender cómo alguien podría odiarlo.